jueves, 30 de julio de 2009

Nos vamos de veraneo......


Expresión que empezó a utilizarse a comienzos del siglo XX por las clases pudientes que se iban a “tomar las aguas” al Cantábrico a raíz de decidir la Familia Real pasar unos días de la temporada estival en San Sebastián bañándose en la Playa de la Concha. Adquirieron también fama las del Sardinero en Santander, San Lorenzo en Gijón y Riazor en A Coruña pero quedaban por detrás en importancia por aquello de no ser lugar de estancia regia. El Mediterráneo carecía de interés para estas gentes.



También la Sierra de Guadarrama fue utilizada en la misma época por la gente adinerada para “tomar los aires” repartida entre San Lorenzo del Escorial y la Granja de San Ildefonso en la provincia de Segovia, lugares escogidos por los mismos motivos que San Sebastián. Surge tras ellos Cercedilla una población que es elegida para lugar de descanso por personas relevantes entre las que podemos citar a Santiago Ramón y Cajal y Joaquín Sorolla, cuyos nombres figuran de antiguo en importantes vías de su callejero.


La clase alta, única que se podía permitir el veraneo, precisaba en estos lugares serranos de unas estancias de acuerdo a su nivel social y se empezaron a construir enormes edificios rodeados de grandes extensiones de terreno, algunos coronados por una torre, utilizándose un patrón arquitectónico similar consistente en la colocación de ladrillo rojo en las esquinas del chalet y en los dinteles de puertas y ventanas de todas las plantas. El auge del veraneo de élite demandó la construcción de nuevas infraestructuras y así en 1.923 se inauguró el Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama que dio lugar en Cercedilla a la aparición de la selectiva colonia de Camorritos donde muchos de sus chalets, rodeados de pinos, no eran visibles desde el exterior y en San Lorenzo del Escorial la sociedad Abantos inició una serie de proyectos, malogrados todos ellos por cuestiones económicas, entre los que cabe destacar un casino y un tranvía desde la estación de ferrocarril cuyas vías sin haber entrado en servicio son visibles hoy en un pequeño tramo de la parte alta de la población.


La selecta clientela que frecuentaba la estación de Príncipe Pío encasilló al viajero-tipo al compararlo con los que utilizaban las otras, estereotipo que ha perdurado bastante tiempo. Aplicando un símil futbolístico se consideraba de primera categoría a los que usaban la Estación del Norte, de segunda a los de la Estación del Mediodía y de tercera a los de Delicias.


El aire puro y limpio de la sierra propició la aparición de sanatorios y preventorios para tratar las enfermedades pulmonares como la silicosis y la tuberculosis[1]. Con la llegada de la República se pretendió acercar la Sierra de Guadarrama a las clases populares para que disfrutasen de aire sano el día de descanso dominical diseñando un ambicioso plan de construcción de carreteras del que solo algunas se llegaron a empezar[2].

En los años cincuenta resurge nuevamente el veraneo en la sierra con la incorporación de cierta clase media compuesta principalmente por pequeños comerciantes. Nuevos lugares de destino aparecen, todos ellos en el entorno de las líneas de ferrocarril a Ávila y Segovia, inicialmente alquilando para la temporada de verano una habitación de una casa de pueblo con derecho a cocina y compartiendo el servicio con sus dueños[3].


Aparece el “Rodríguez” figura representativa del marido que trabaja durante la semana hasta el sábado que llega por la tarde a la sierra para reunirse con la familia regresando a Madrid a última hora de la tarde del domingo o en el primer tren del lunes, que circula casi de madrugada[4] .


A finales de los cincuenta y principios de los sesenta, los nuevos veraneantes a medida que sus recursos económicos lo permiten, se van haciendo propietarios al comprar parcelas que edifican con estilo propio, generalmente en piedra. El terreno y la superficie construida son sensiblemente menores si hacemos comparación con los de principio de siglo XX, pero bastante grandes si lo referenciamos a los actuales chalets individuales o pareados o adosados. Surgen muchas colonias veraniegas que unen el casco histórico con las estaciones del ferrocarril, generalmente alejadas de la población, algunas de las cuales reciben el apelativo de “colonia de los tenderos” por la profesión de la mayoría de sus propietarios. El medio de transporte sigue siendo el tren y el autobús de línea[5] .

A mediados de los sesenta, con el inicio de la motorización, salen nuevos destinos veraniegos en la sierra alejados del ferrocarril ya que con la moto con sidecar y sobre todo con el “600” hay una libertad de movimientos que permiten ir a lugares en el que comprar parcelas resulta mas barato, principalmente en el entorno de la carretera de Burgos.

Pero es en los años sesenta cuando le sale el mayor competidor a la sierra con la popularización de las playas mediterráneas, llegando a ser considerado el veraneo en la sierra como de segunda categoría. El desplazamiento de la familia en un pequeño utilitario, con múltiples trastos sobre la baca, carreteras tortuosas bajo un sol de justicia, resultan una aventura épica desde la óptica actual con coches amplios con aire acondicionado circulando sobre autovías.

Desde finales de los sesenta hasta la actualidad se produce una generalización del deseo de tener segunda vivienda, haciéndose urbanizaciones con escasa superficie edificada y poco terreno alrededor de la casa. El radio de actuación se amplia considerablemente ya que se construye también en sitios que no son necesariamente de sierra, en el entorno de las demás carreteras radiales y sus ramales, pues algunos lugares junto a la A-6 llegan a la saturación lo que ha hecho que los pueblos hayan perdido sus señas de identidad con la desaparición del ambiente rural al utilizarse el terreno de los prados donde pastaban las vacas o las huertas donde se sembraban tomates y patatas para edificar masificadamente.


Finalmente la Sierra de Guadarrama, ha sufrido un importante cambio en las características demográficas. Ya no es como antes que sufrían un considerable bajón de habitantes con la llegada del invierno, pues ahora muchos pueblos serranos son la primera residencia de gran parte de sus vecinos ya que gracias a las importantes infraestructuras construidas así como la extraordinaria frecuencia de los trenes de cercanías y autobuses interurbanos permiten trabajar en Madrid viviendo en la sierra, algo que habría sido considerado ciencia ficción cuando comenzaron los veraneos en los albores del siglo XX[6].


Autor: José Manuel Seseña Molina
Colaboran también en el blog Historias Matritenses Ricardo Márquez y Ángel Caldito.

Fuentes: BNE.

[1] Estos establecimientos sanatoriales estuvieron repartidos por diversos lugares de la Sierra de Guadarrama, aunque principalmente se concentraron en la zona de Tablada. Fueron aumentando en número y tamaño hasta finales de los años sesenta en que se establecieron otras formas diferentes para el tratamiento de las afecciones pulmonares, quedando muchos de ellos abandonados, algunos sin haber entrado en servicio, y otros, los menos, habilitados para otros usos.
[2] Afortunadamente para la Sierra de Guadarrama el plan no pudo hacer, independientemente de los motivos por los que no se llevó a cabo, pues estaría surcada por carreteras en donde hoy son caminos y senderos.
La mas famosa era la que subía al Puerto de la Fuenfría que quedó inconclusa con tramos inconexos. Otras carreteras importantes eran las que desde El Pardo se dirigían a Colmenar Viejo y a Torrelodones que atravesaban el Monte del Pardo y que no se pusieron en servicio por estar en este lugar la residencia del anterior Jefe del Estado, circunstancia indirecta que ha servido para mantener prácticamente virgen este bosque mediterráneo junto a Madrid.
[3] Fuera de la provincia de Madrid, destacan Las Navas del Marqués en Ávila y San Rafael, barrio dependiente de El Espinar, en Segovia.
[4] “Estar de Rodríguez” ha sido muy denostado debido a las películas españolas en las que presentaban a los maridos como mujeriegos que echaban de vez en cuando “una canita al aire” al estar libre del control familiar. Evidentemente ha habido casos en que así ha sido, sin embargo el verdadero “Rodríguez” lo pasaba mal pues hay que recordar que esa época todas las labores domésticas recaían en la esposa y los maridos no sabían ni freír un huevo, por lo que es fácil suponer las penurias que soportaban al estar solo durante la semana.
[5] El tren y el autobús de línea de los sábados por la tarde llevaba a los maridos y eran conocidos por “el lechero” .
Las empresas de autobuses eran Doaldi a San Lorenzo del Escorial, Larrea a Cercedilla y La Sepulvedana a El Espinar y La Granja. Independientemente en algunos lugares había servicio de autobuses desde la estación a la población para facilitar el desplazamiento que desaparecieron con la motorización, entre ellos había El Escorial-San Lorenzo del Escorial, Cercedilla, Segovia-La Granja, San Rafael-El Espinar, Las Navas...
[6] El diario ABC siempre tuvo una columna de Ecos de Sociedad en las que se daban a conocer actos de la alta sociedad, tales como natalicios, matrimonios, peticiones de mano, presentación en sociedad, etc.En un día veraniego de 1.920 leemos: La señora marquesa de ...... ha partido de la estación del Norte acompañada de sus hijos para pasar unos días de descanso en San Lorenzo del Escorial, viaja con ella su servicio doméstico. Hoy en que las ciencias adelantan que es una barbaridad como dice la zarzuela de la Verbena de la Paloma, con unas comunicaciones tan rápidas y fluidas, esta noticia no nos deja indiferentes.

4 comentarios:

  1. Hola José Manuel

    Me ha interesado tu artículo que además de muchas otras cosas, recuerda una época que conocí, ya que llegué Madrid por vez primera en julio 1964. Me acuerdo bien de los sidecars y los 600. Los sidecars eran para mí una curiosidad y al ver a la madre con el niño sentados a la izquierda del conductor - no sé por qué - me parecían un modo poco seguro de circulación.
    Luego salía para Francia desde la Estación del Norte viajando en el Iberia Express que tardaba una eternidad para llegar a la frontera. La Sepúlveda S.A. me suena y debía existir todavía en los años 60.

    Buen trabajo. ¿Qué pasa? ¿Te has quedado "de Rodriguez"?

    Un abrazo
    Anne

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  2. Ah, es la Sepulvedana S.A., me equivoqué. Anne

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  3. Muchas gracias Anne por tus amables palabras. He pasado en Cercedilla durante muchos años los tres meses de verano, guardando magníficos recuerdos de mi niñez pues aquí me salió el primer diente. También he sido sufrido Rodríguez hasta que mis hijos han sido mayores, siendo la envidia de compañeros que querían quedarse solos y nos les dejaban y mi respuesta a ellos siempre era la misma “los que nos portamos bien durante todo el año, en verano nos dan vacaciones ...” Un saludo Anne de José Manuel

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  4. En esta página he encontrado muchas historias sobre mi pueblo: Cercedilla, cuando este era un importantelugar de veraneo para las clases pudientes. Por ello considero que se trata una página que ayuda a conocer un poco el origen de las personas a través de la historia del ferrocarril.

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