viernes, 2 de julio de 2010

Las cápsulas del tiempo (I)

Estatua de Miguel de Cervantes Saavedra
El pasado mes de Octubre de 2009, fue hallada la cápsula del tiempo que acompañaba a la estatua de Miguel de Cervantes, en la Plaza de las Cortes. Abierta ésta se pudo ver que guardaba: cinco láminas de la Reina regente María Cristina de Borbón (1806-1879); otras con la entonces princesa Isabel II; un Estatuto Real; una carta proclamando la caída del absolutismo de Fernando VII; una efigie del diputado vasco Joaquín María Ferrer; un dibujo del gallego Manuel Fernández Varela; ocho bolsitas, una con una medalla cervantina de plata y las demás con monedas; cinco libros, cuatro de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha y biografía de Cervantes; y un relato sobre la vida de Francisco Xavier Mina.


La prensa se hizo eco de la noticia, pero como veremos con muchas lagunas e incorrecciones. Muchas noticias hablaban que en Madrid no hay más cápsulas del tiempo, que era un caso excepcional, que se colocó en un segundo pedestal, que fue la primera estatua dedicada a una persona ajena a la realeza o el clero (es anterior la estatua de Daoiz y Velarde, 1822),..... Creemos que es un tema no estudiado y pretendemos demostrar que hubo muchas más cápsulas del tiempo, todas ellas con su historia y que muestran perfectamente lo que pensaban y creían cuando fueron enterradas.

No es como se ha dicho ésta la primera cápsula, ya demostraremos que hay alguna anterior, otras desconocidas, e incluso algunas que nada tienen que ver con el personaje que actualmente ocupan su sitio.


Vamos pues con la cápsula de don Miguel de Cervantes.

Fue José Bonaparte el primero que dictó un decreto para que se levantara una estatua a Cervantes. Mesonero Romanos escribió un artículo sobre la casa en la que vivió Cervantes y que iba a ser derribada en 1833. Cuando la noticia llegó a conocimiento del rey Fernando VII, ordenó a la Comisaría General de la Cruzada que se hiciera cargo del edificio.

En 1834 se mandó realizar la estatua al escultor barcelonés Antonio Solá, que era el director de la escuela de escultura de Roma. La estatua es de bronce. El pedestal fue encargado a Isidro González Velázquez por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que rechazó el boceto enviado por Solá desde Roma. Este hecho causó gran revuelo, ya que el nuevo pedestal y configuración del entorno, fue duramente criticado por el pueblo. El pedestal de Solá era mucho más alto y pusieron una verja alrededor del pedestal, por lo que fue tildada con la clásica jocosidad del pueblo madrileño como “la jaula del jilguero”.

En Junio de 1835 la escultura llegó a Madrid, quedando expuesta en el patio del Palacio de la Cruzada, en la Plaza del Duque de Nájera, hasta que se acabara el pedestal.

La estatua fue puesta definitivamente en su pedestal el día 13 de Agosto de 1835, no en Julio como se menciona en todos los documentos basados en un escrito de Fernández de los Ríos. Esta fecha es a nuestro entender fundamental para entender la falta de información de esta cápsula del tiempo.


En Agosto de 1835 durante la regencia de María Cristina, estaba en plena ebullición la revolución progresista a cargo de las milicias urbanas. De hecho toda la prensa a mediados de Agosto no se preocupaba de otro asunto. La colocación de la estatua tiene apenas dos líneas, y no menciona nada de la cápsula.

Nuestra teoría es que se pretendió ocultar la existencia de la cápsula, pues como veremos más adelante, se dio el caso de sacar cápsulas para cambiar los documentos y que estos no llegaran a generaciones futuras.

Obelisco del Dos de Mayo
Se trata de un gran obelisco pétreo levantado en el Campo de la Lealtad, junto al Paseo del Prado. Se erigió como homenaje de los Héroes del Dos de Mayo de 1808. El diseño corresponde a Isidro González Velázquez, y los motivos escultóricos son de Esteban de Ágreda.


El día 2 de Mayo de 1821 se puso la primera piedra, haciendo una suscripción popular para la construcción del monumento. 476 ciudadanos de distintas clases sociales, incluso algunos familiares de las victimas, acudieron al acto para hacer los cimientos. En el hueco del zócalo, dentro de una caja de cristal, y ésta a su vez en otra de plomo, se introdujo: la Constitución de 1814; copia del decreto del 14/may/1814 por el que se mandaba levantar el monumento; otro decreto de 02/may/1811 por el que se mandaba celebrar en las iglesias mayores de los pueblos la rememoración del levantamiento; listas de los diputados de las cortes, de provincias y miembros del Ayuntamiento; moneda de plata de Fernando VII con la promulgación de la Constitución de Cádiz; otra moneda de cobre con el escudo de Madrid y el escudo constitucional; una medalla de plata que se concedió a los parientes de las victimas; otra medalla de bronce alusiva a la Constitución, fechada en 1820; otra medalla de lava del Vesubio, también con motivos constitucionales; monedas desde 1 real hasta un peso duro; orden del 27/oct/1815 sobre la concesión de medallas a los familiares; listado de los caídos el Dos de Mayo; un libro sobre los heroicos hechos de Vicente Carrasco; diversas gacetas y guías de forasteros.

La falta de liquidez del Ayuntamiento retrasaba la construcción del monumento, y así en Marzo de 1824, después de la vuelta del absolutismo a cargo de Fernando VII, se mandó extraer la cápsula del tiempo antes mencionada, y se puso en su lugar otra con los siguientes objetos: reales decretos relativos al enlace de Fernando VII con María Josefa Amalía de Sajonia, Gaceta sobre la entrada de la reina a Madrid de Octubre de 1819; resolución de Francia, Austria, Prusia y Rusia del congreso de Verona por el que se mandaba la restitución del absolutismo; descripción de la entrada de los franceses para la restitución absolutista, según las Gacetas del 29 y 31 de mayo de 1823; y muchos más documentos relativos a lo mismo. También se pusieron las siguientes monedas: 3 pesos fuertes de los años 1819, 1820, 1821 y 1823; 2 pesetas de a cuartos reales de 1824; 2 reales de plata y 2 realitos de 1824; y un real de oro de 1823.


Ahora podemos entender el secreto que se guardó con la cápsula de la estatua de Cervantes, queda claro que el absolutismo quería acabar con cualquier vestigio progresista.

De nuevo las obras se paralizan por falta de fondos, y el monumento quedó casi en el olvido, hasta que en 1837 las cortes constituyentes vuelven a retomar el tema. Después de contratar la cantería y volver sobre el proyecto de González Velázquez, se retomaron las obras el 3 de Marzo de 1838 colocando una nueva cápsula del tiempo, esta vez dentro del sarcófago y respetando la depositada en 1824. En la nueva se pusieron: un ejemplar de la Constitución, una ley electoral, una guía de forasteros y de litigantes, lista de los concejales del Ayuntamiento, y un ejemplar de cada uno de los periódicos del día. Las monedas fueron: un real de la proclamación de Isabel II el 24/oct/1833; un doblón de cuatro duros, un duro, medio duro, una peseta, media peseta y un real de 1838; una moneda de dos cuartos, otra de cuarto, un octavo del mismo año, y por último, un acta de la orden del propio evento.

Continuará.....
-.-.-.-

Autor: Ricardo Márquez.
En este blog también colaboran: Ángel Caldito y José Manuel Seseña.

Fuentes:
BNE
http://www.monumentamadrid.es/

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por una información tan documentada, Ricardo, espero la continuación. Por cierto, lo que más me ha llamado la atención es que la iniciativa para levantar la primera estatua a Cervantes, más de dos siglos después de su fallecimiento, fuera del francés José Bonaparte, el tan denostado 'Pepe Botella'. A mí siempre me han costado muchos sinsabores y calificativos nada amables afirmar ante quien me ha querido escuchar que ojalá la invasión napoleónica de España se hubiera consumado, porque hubiéramos dejado de ser un pueblo tan bárbaro como lo hemos sido siempre. Y no creo que hubiéramos perdido nuestras señas de identidad, anécdotas como ésta demuestran lo contrario. No respondo al estereotipo del perfecto patriota, lo sé, pero así es como pienso.

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  2. Hola don Bernardino. Muchas gracias por tus palabras. Respecto a José Bonaparte baste con decir el mote que le puso el pueblo madrileño: “Pepe Plazuelas”, debido a las grandes reformas que emprendió en el centro de Madrid y que dan la actual semblanza de nuestra ciudad. Para ello utilizó la expropiación y una desamortización anticipada en casi treinta años. A semejanza de París hizo grandes plazas (Santa Ana, sobre lo que fue un convento, la plaza de Oriente,....), de ahí su mote.

    Sin lugar a dudas se le puede atribuir haber sido el primero en proponer desde tan alto nivel una estatua a una persona ajena a la realeza o el clero.

    Otro hecho significativo y que no mencionaremos en los siguientes artículos: en las inauguraciones que no tenían como personajes principales a la realeza; la casa real no asistía a las mismas.

    En lo político estoy de acuerdo contigo. José Bonaparte se opuso a la política que estaba imponiendo su hermano Napoleón, pero poco pudo hacer. El gran sacrificio que hizo el pueblo fue recompensado con un absolutismo atroz por Fernando VII.

    Un abrazo.

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