miércoles, 28 de agosto de 2013

Los Cromos de Fútbol - El juego del mes de Agosto


Agosto ha sido por excelencia el mes en el que se comenzaba la colección de los cromos de la liga de fútbol. Hoy en día los medios técnicos permiten sacar colecciones por equipos o por los mundiales en otras épocas del año. Además las colecciones actuales traen al mismo jugador como "supercraf", "jugón", "balón de oro", de tal forma que un mismo jugador puede salir en varios cromos, y unas 4 páginas del álbum están destinados a nuevos fichajes, cosa que antaño se limitaba a 1 o 2 jugadores como máximo por equipo, y en el mejor de los casos solo los fichajes estrellas.


El caso que allá por los principios de los setenta, todos los niños teníamos un montón de cromos para cambiar. Con ellos se jugaba a varias cosas: la banca, que consistía en cada niño sacaba un jugador de su mazo y comparando uno de los datos (normalmente la altura), el que ganaba se llevaba los cromos de los otros; o el jugarse algún cromo a las chapas, las canicas,..... Pero lo más divertido y emocionante era el cambio de cromos: "sile", "sile"..... ¡nole¡... esta era la palabra mágica que significaba que no lo tenías (esto mismo se sigue haciendo hoy en día).


Sin embargo el juego por excelencia eran los partidos con los cromos. Eran de cartón, no muy gordo, pero con la suficiente flexibilidad/rigidez para hacer una pequeña doblez en el pie del cromo, de aproximadamente un centímetro. Antes de empezar el juego se revisaba cada cromo para ver que cumplía las normas. Los porteros eran los únicos que podían tener un poco más de altura en la doblez. Con un trocito de papel de aluminio se hacía la pelota, aplastándolo hasta darle la forma esférica. Después se tiraba dando tobitas a los cromos. Como portería se utilizaban un par de pinzas de la ropa tumbadas, o una caja de cerillas de cocina grande, pero recortada para que tuviera menor altura. El lujo de las porterías eran las de plástico de los futbolines de juguete, y aunque fueran mucho más altas, daban un aire muy profesional y real al partido.


El campo de juego solía ser una acera con el cemento bien echado y no muy rugoso (las aceras de mi barrio, El Cerro de la Cabaña estaban hechas por los propios vecinos, como en muchos otros barrios de Madrid). Un lujo era poder jugar en una mesa de formica de comedor, y aunque la pelota corriera mucho, era mucho más cómodo jugar en ella. Una última opción era jugar en alfombra que no tuviera el pelo muy largo, entonces nos imaginábamos un campo de hierba. Solamente, como es lógico, podíamos pintar las áreas y el centro del campo en el de cemento.


Los equipos debían de estar correctamente vestidos, lo mejor era utilizar los jugadores de un mismo equipo, pero también podíamos juntar equipos que tuvieran el traje blanco, o los blanquirojos,.... pero lo más divertido, y donde empleábamos al 100% nuestra creatividad era pintando las camisetas de los jugadores. Lo mejor, el mayor lujo, era hacerlo con rotuladores Carioca. La indumentaria era libre y contra más vistosa y mejor pintada más apreciados eran los cromos. Se podían coger jugadores de varios equipos, lo que permitía hacer alineaciones verdaderamente espectaculares (para qu´r un Director Técnico, si estábamos nosotros).


Si al dar la toba a un cromo se montaba encima de otro se consideraba falta, aunque si no era mucho decíamos que era una carga. Lo mismo pasaba si se desplazaba un jugador del equipo contrario, aunque si no era demasiado era solo una carga. En el único caso que se podía poner un dedo para que no se desplazara el cromo con el que se tiraba era en la falta o el penalti. En caso de falta el equipo penalizado podía hacer una barrera con varios cromos. Si la pelota quedaba encima del cromo se echaba la doblez hacia delante de tal forma que la pelota hacía una parábola, entonces decíamos que era un remate de cabeza. Esta misma técnica era utilizada para sacar el balón de banda. Normalmente se jugaba por tiempo, unos 20 minutos cada tiempo.


En definitiva, se trataba del juego del mes de agosto, cuando el calor apretaba más, podías estar tirado por el suelo disfrutando de un buen partido. Además los que no jugaban podían hacer de árbitros, apuntar los goleadores, o hacer el calendario de la liga con los puntos de cada equipo.
-.-.-

Autor: Ricardo Márquez.
En este blog también colabora: José Manuel Seseña.